Doctrina Social de la Iglesia y Trabajo Social
La Doctrina Social de la Iglesia Católica mantiene una relevancia significativa en el contexto contemporáneo, especialmente al abordar desafíos globales como la pobreza, la desigualdad, el cambio climático y los conflictos internacionales.
TRABAJO SOCIAL
Elie Ayurugali
4/30/20258 min read


La Doctrina Social enfatiza la importancia de la solidaridad como un principio fundamental que conecta a los individuos con la lucha por la justicia y la equidad. Este principio invita a la participación activa en la vida pública y social, promoviendo un vínculo más fuerte entre las personas. Por otro lado, el principio de subsidiaridad subraya la importancia de la toma de decisiones a nivel más cercano a la realidad de los individuos, asegurando que las necesidades locales sean atendidas de manera efectiva. La participación, el otro pilar clave, permite que todos los ciudadanos tengan voz y acceso en los procesos que afectan sus vidas, fortaleciendo así el tejido social.
El enfoque de Trabajo Social
Por otro lado, el trabajo social se presenta como una profesión que busca ayudar a las personas a enfrentar y superar las diversas crisis y adversidades que se puedan presentar en sus vidas. Este enfoque técnico y profesional se basa en un marco metodológico que proporciona herramientas para atender a vulnerabilidades, promoviendo cambios que ofrecen soluciones a problemas sociales. Los trabajadores sociales actúan como agentes de cambio, buscando el bienestar y la inclusión de individuos y comunidades, lo que también se alinea con el objetivo de construir un entorno más humano y equitativo.
La convergencia entre la Doctrina Social de la Iglesia y el Trabajo Social
A pesar de sus diferencias inherentes, la Doctrina Social de la Iglesia y el trabajo social confluyen en un objetivo: la creación de una sociedad más humana y justa. Ambas perspectivas reconocen la necesidad de una acción comprometida que responda a las necesidades de las personas, desde un enfoque práctico y espiritual respectivamente. Por ejemplo, los principios de justicia y comunidad en la doctrina social pueden enriquecer la práctica del trabajo social, proporcionando un sólido fundamento ético que ayuda a los profesionales en su toma de decisiones.
Evolución Histórica de la Doctrina Social
La evolución de la Doctrina Social de la Iglesia Católica se remonta a finales del siglo XIX, cuando se publicó la encíclica 'Rerum Novarum' en 1891 por el Papa León XIII. Este documento marcó un punto de inflexión al abordar la difícil situación de la clase trabajadora durante la Revolución Industrial. El Papa León XIII denunció las condiciones laborales explotadoras y la creciente desigualdad social, estableciendo así un marco de referencia que reconocía la dignidad del trabajo humano y la necesidad de un orden social justo. Este fue un primer paso significativo en la articulación de un pensamiento social católico centrado en la justicia y en la defensa de los derechos de los obreros.
Con el paso del tiempo, otros documentos tomaron relevancia en la construcción de la doctrina social. En 1931, 'Quadragesimo Anno' conmemoró el cuadragésimo aniversario de 'Rerum Novarum', profundizando en el concepto de subsidiariedad y criticando el capitalismo desenfrenado, así como las ideologías socialistas. Este enfoque resaltó la importancia de un equilibrio entre la libertad individual y la responsabilidad social, proponiendo que el bienestar de la comunidad debería ser prioritario.
Más adelante, ‘Pacem in Terris’ de Juan XXIII, publicada en 1963, expandió el ámbito de la doctrina al incluir la paz y los derechos humanos como pilares del orden social. Este documento afirmó que la paz no es solo la ausencia de guerra, sino que implica la justicia social y la garantía de los derechos fundamentales de todas las personas. La encíclica 'Laudato Si' de Papa Francisco, publicada en 2015, introdujo la dimensión ecológica a la doctrina, enfatizando la responsabilidad de la humanidad de cuidar el medio ambiente y abordar el cambio climático, destacando la interconexión de todos los seres y las realidades sociales.
Así, a través de los años, la Doctrina Social de la Iglesia ha evolucionado continuamente, adaptándose a nuevos contextos y desafíos, siempre guiada por principios fundamentales de dignidad humana, justicia y solidaridad.
Principios Fundamentales de la Doctrina Social
La Doctrina Social de la Iglesia Católica está fundamentada en varios principios clave que guían la acción social y política de los creyentes. Estos principios son el bien común, la solidaridad, la subsidiaridad y la participación. Cada uno de estos elementos juega un papel crucial en la construcción de una sociedad justa y equitativa.
Los principios clave de la Doctrina Social de la Iglesia Católica son fundamentales para orientar la vida social y económica desde una perspectiva cristiana. Estos incluyen:
Dignidad de la persona humana: la dignidad de la persona humana es un concepto fundamental en ética y derecho, que se refiere al valor inherente y esencial de cada individuo por el mero hecho de ser humano. Según la Carta de los Derechos Fundamentales de la Unión Europea, "la dignidad de la persona humana no sólo es en sí un derecho fundamental, sino que constituye la base misma de los derechos fundamentales". Cada ser humano tiene un valor intrínseco y debe ser respetado en todas las circunstancias. Este valor intrínseco no depende de factores externos como la raza, género, logros o posición social. La dignidad humana implica el derecho a ser tratado con respeto, a tener autonomía sobre sus decisiones y a vivir una vida con un mínimo de condiciones materiales y sociales.
Bien común: la sociedad debe organizarse de manera que todos sus miembros puedan alcanzar su desarrollo integral. Fernando del Pino Calvo-Sotelo detalla que "el bien común hace referencia a la creación y mantenimiento de un marco institucional, político, social, jurídico y económico y, ante todo, de un êthos o moral compartida que facilite la consecución de una plenitud de vida, de una realización trascendente y holística de cada individuo y, en consecuencia, del logro parcial de la felicidad que todos anhelamos" (fpcs.es/wp-content/uploads/2025/01/Sobre-el-bien-comun-VF.pdf).
Destino universal de los bienes: los recursos de la Tierra están destinados a beneficiar a toda la humanidad. Según el informe de informe de Oxfam, "la riqueza de tan solo 3.000 multimillonarios ha aumentado en 6,5 billones de dólares (5,63 billones de euros) en términos reales desde 2015, y ahora representa el equivalente al 14,6 % del PIB mundial", señaló la ONG. (Las 10 personas más ricas del mundo (a junio de 2025))
Subsidiaridad: las decisiones deben tomarse en el nivel más cercano posible a las personas afectadas, evitando la centralización excesiva. El principio de subsidiariedad, fundamental en la Doctrina Social de la Iglesia, establece que las entidades sociales de orden superior no deben interferir en las funciones de las inferiores, sino más bien apoyarlas y ayudarlas a desarrollarse. Este principio busca un equilibrio, permitiendo que las comunidades más pequeñas o individuos tomen iniciativas y decisiones, mientras que las entidades mayores intervienen solo cuando es necesario para asegurar el bien común (Catecismo de la Iglesia Católica, Índice general: CIC 1883).
Participación: en la Doctrina Social de la Iglesia, la participación se entiende como el compromiso voluntario y responsable de las personas en la vida social, buscando el bien común y contribuyendo al desarrollo de la comunidad. Es un derecho y un deber de todo ciudadano, que se manifiesta en diversas formas de participación en la vida cultural, económica, política y social (Cuáles son los principios de la Doctrina Social de la Iglesia)
Solidaridad: se debe fomentar la cooperación y el apoyo mutuo entre individuos y comunidades. La solidaridad “no puede ser momentánea, no responde como único fin a la satisfacción personal ni a simples acciones altruistas desinteresadas. Se trata de un acto social permanente, que reconoce en todas las personas la igualdad de derechos y de dignidad. Nos hace conscientes de la deuda que tenemos con la sociedad en la que vivimos (Pontificio Consejo, 2005) y nos llama también al bien de las futuras generaciones, superando lo individual, lo particular y lo transgeneracional” (El principio de solidaridad en la Doctrina Social de la Iglesia - CISAV).
Valores fundamentales: la verdad, la libertad, la justicia y el amor son pilares esenciales para una sociedad justa. La verdad y la justicia solo se pueden buscar y construir socialmente desde la libertad. La libertad solo se realiza humanamente desde la verdad y la justicia. Así, la libertad es un valor esencial porque su ejercicio es una exigencia de la dignidad de la persona. No se puede ser persona sin libertad. La vida social responde más a la verdad de la dignidad humana y a sus exigencias de justicia cuando se favorece la libertad de las personas, especialmente de los empobrecidos; cuando se busca crear las condiciones sociales que permiten el ejercicio de los derechos de las personas y de la promoción de la responsabilidad hacia el bien común (Los valores fundamentales en la vida social 2 – La dignidad de la persona y el bien común).
Relevancia de la Doctrina Social Hoy
La Doctrina Social de la Iglesia Católica mantiene una relevancia significativa en el contexto contemporáneo, especialmente al abordar desafíos globales como la pobreza, la desigualdad, el cambio climático y los conflictos internacionales. Estas cuestiones han cobrado una importancia creciente en la agenda mundial, y las enseñanzas de la Iglesia ofrecen principios éticos y morales que pueden guiar las acciones tanto de individuos como de comunidades en la búsqueda de soluciones efectivas.
En primer lugar, la pobreza y la desigualdad siguen siendo problemas apremiantes que afectan a millones de personas en todo el mundo. La Doctrina Social enfatiza la dignidad de cada individuo y la necesidad de promover el bien común. Esto no solo implica asistencia a los más necesitados, sino también abogar por estructuras que favorezcan la justicia social. La enseñanza del papa Francisco, en particular, ha resaltado la importancia de construir una economía que sirva a la persona y no al capital, resaltando el deber moral de cuidar a los más desfavorecidos.
Asimismo, el cambio climático presenta un reto que trasciende fronteras y exige un enfoque colaborativo. La Iglesia llama a la responsabilidad hacia la creación y a un cuidado ético del medio ambiente, promoviendo la idea de que un entorno saludable es fundamental para el desarrollo humano integral. Las enseñanzas sobre la écología integral invitan a los creyentes a actuar contra la explotación desmedida de los recursos y a practicar un estilo de vida más sostenible.
Finalmente, frente a los conflictos internacionales, la Doctrina Social de la Iglesia aboga por la paz y el diálogo como herramientas esenciales para la resolución de conflictos. Se insta a los creyentes y comunidades a desempeñar un papel activo en la promoción de la justicia y la reconciliación. Esta invitación a la acción también se extiende a trabajar en conjunto con diversas instancias para fomentar una cultura de paz, respetando la diversidad y promoviendo el entendimiento mutuo entre diferentes grupos sociales y culturales.
La Doctrina social de la Iglesia Católica es un cuerpo de enseñanzas del Magisterio de la Iglesia Católica que pretende guiar a los fieles en la comprensión y actuación ante las realidades mundanas (sociales, económicas y políticas). Estas enseñanzas están profundamente arraigadas en la visión evangélica de la dignidad humana y los principios fundamentales que promueven la justicia y el bien común.
La Doctrina Social no se limita a pronunciarse sobre cuál debe ser la organización de la sociedad, sino que pretende iluminar las problemáticas sociales con el principio ético del bien común. Este concepto destaca la necesidad de trabajar hacia una estructura social que beneficie no solo a individuos, sino a la comunidad en su conjunto. A través de este enfoque, se fomenta un sentido de responsabilidad compartida, donde las acciones de cada persona pueden contribuir al bienestar colectivo.